Revisión del libro “Il fallo e la maschera”

El conocimiento es el motor del desarrollo innovador, y al mismo tiempo, los investigadores saben que el conocimiento debe ser constantemente actualizado, contextualizado, intercambiado, comparado y revisado para que no se deteriore. No es posible pensar en un conocimiento objetivo, estático e inmutable, especialmente después de la introducción del concepto de "conocimiento situado" (situated knowledge) elaborado y desarrollado por Sandra Harding (1986) y Donna Haraway (1991), que indica cómo el conocimiento refleja las perspectivas particulares del sujeto conocido, pasando por la fisicalidad del investigador (embodiment) que percibe la realidad a través de su propia posición espacio-temporal en el mundo. Es siempre y sólo a través de la propia corporalidad, de los propios sentidos y a partir de la propia posición, que las personas pueden experimentar un objeto de estudio y producir conocimiento. Las experiencias epistémicas son siempre subjetivas y contextuales, por no decir inmanentes e inherentes a la corporeidad del investigador.
Por lo que incluso Freud, que gracias a su ingeniosa perspicacia ha abierto el camino a los estudios psicológicos que siguen siendo fundamentales para la comprensión del alma humana*, no puede extrapolarse de su época histórica y de su contexto sociocultural. Sin embargo, con demasiada frecuencia, sus teorías son descontextualizadas y son tomadas de una manera servil y ortodoxa más de un siglo después de su formulación, a pesar de todos los cambios sociales y culturales que diferencian la época victoriana en la que el psicoanálisis nació de la época actual.
Desde hace años en Italia se viene produciendo un animado debate en el seno del grupo de estudiosos y clínicos del psicoanálisis freudiano, en la que se alinean en un lado los partidarios de la necesidad de abrir y modernizar la disciplina, y por otro lado los defensores de un modelo de clínica fiel a sus orígenes. Por un lado, hay quienes quieren apartar la doctrina freudiana del dogmatismo excesivo, en favor de una apertura al pluralismo y a la internacionalización, como explica en este artículo. Por otra parte, hay quienes están indignados con estas propuestas y reaccionan recordando el rigor y la escrupulosidad originales. El hecho de que este debate esté tan acalorado y agitado revela la existencia de todo un mundo analítico en agitación y la interminable y ferviente confrontación entre posiciones y corrientes teóricas, así como la dificultad de superar las posiciones clásicas y convencionales, a veces dogmáticas, de algún psicoanalista.
A mi me gusta pensar que el propio Freud, hijo de su tiempo como cualquier otro, repasaría hoy sus teorías a la luz de los cambios históricos y las conquistas sociales que se han producido entretanto, cosa que de hecho hizo durante toda su vida (como él mismo admite por ejemplo en la 16° Conferencia. Psicoanálisis y psiquiatría, pag. 225), hasta el punto de modificar tanto sus teorías que a menudo se contradice a sí mismo.
El libro escrito por Marina de Carneri ofrece un análisis moderno de la teoría psicoanalítica freudiana, junguiana y lacaniana y muestra que nuestra producción de conocimientos no puede separarse o desvincularse del tiempo y contexto histórico en el que fue concebida.
La autora es una de las pocas personas que, a la luz de los cambios provocados sobre todo por la revolución sexual y la emancipación de las mujeres, se esfuerzan por hacer una crítica abierta y moderna de esas teorías. Este libro abre una brecha en esta dirección, de manera competente y valiente.
Sin embargo, es interesante notar que el libro "Il fallo e la maschera" se publica en una serie titulada con el inteligente juego de palabras "relaciones peligrosas", como si para advertir al lector del hecho de que aquellos que se permiten cuestionar (o simplemente actualizar) el conocimiento de uno de los más importantes monstruos sagrados, deben estar dispuestos a correr el riesgo de una relación peligrosa.
Desafortunadamente actualmente este libro sólo está disponible en italiano.
*La etimología de la palabra Psyché (ψυχή) se remonta al griego y significa soplo, hálito, aliento vital, y por extensión (ya que esto es necesario para vivir) también significa vida, espíritu, alma.
Bibliografía
Haraway, Donna J. "A Cyborg Manifesto: Science, Technology, and Socialist-Feminism in the Late Twentieth Century." Simians, Cyborgs and Women: The Reinvention of Nature, Nueva York: Routledge, 1991.
Harding, Sandra G. "The Science Question in Feminism",
Cornell University Press, 1986.
Freud, Sigmund "Vol. 16. Conferencias de introducción al psicoanálisis (parte III) (1916-1917)", Amorrortu editores, 1978.